En el
jirón Junín, en Barrios Altos, populoso barrio de Lima, se encuentra el
conjunto habitacional de la Quinta Heeren, una hermosa obra construida
en el siglo XIX por el ingeniero alemán Oskar Antonio Federico Augusto
Heeren.
La
edificación de estilo austro-húngaro, levantada en la década de 1880,
fue en su momento residencia de las familias más renombradas de Lima,
aunque con el paso del tiempo y el abandono se quedaron allí a vivir
personas con menos recursos económicos.
Fue sede
de las Embajadas de Japón, Bélgica, Alemania, Francia y Estados Unidos, y
aunque algunos de sus sectores se vinieron abajo con el paso del
tiempo, en las últimas décadas se inició su recuperación en una tarea
que sigue inconclusa por la necesidad de hacer más reparaciones.
Sin
embargo, como todo viejo solar limeño, tiene sus historias de fantasmas,
las cuales - según se dice - son anteriores a la construcción de la
residencia en dicho lugar. Se comenta que durante algunas noches suele
aparecerse un jinete decapitado montando un caballo blanco y arrastrando
unas pesadas cadenas. Se dice que el jinete asesinado fue un acaudalado
ciudadano español que vivió en la zona durante la época de la colonia,
el cual, víctima de la envidia de sus vecinos, fue acusado falsamente de
herejía ante la Inquisición, y que al no tener amigos influyentes que
lo salvaran, estaba perdido de antemano. Es así como fue torturado con
sadismo y crueldad por sus verdugos, juzgado sumariamente y condenado a
la decapitación. Si bien no existía razón alguna para ello, los
inquisidores al querer apoderarse de sus cuantiosos bienes,
“consideraron” que dichas absurdas acusaciones eran un buen pretexto
para deshacerse de el. Desde entonces el lugar donde se ubicaba su
propiedad fue el epicentro de una serie de hechos inusuales, como
ruidos, voces y visiones de testigos que decían haber visto su fantasma
sin cabeza al tiempo que sonaban los cascos de un caballo.
En el
mismo lugar se erigió luego la citada Quinta Heeren, la cual vivió su
esplendor en la primera mitad del siglo XX. Justamente en esa época un
acaudalado comerciante japonés de nombre Seiguma Kitsutani quien se
dedicaba a la importación de todo tipo de mercadería siendo por ello, el
hombre más poderoso de la colonia japonesa en el Perú. Sin embargo, un
día perdió su fortuna y con ello su orgullo quedó herido. Por ser una
persona de honor, Kitsutani decidió acabar con su vida, realizando el
rito del “Seppuku”, el cual causó gran conmoción en la sociedad de la
época. Desde entonces se afirma que el espíritu del japonés sigue
paseándose por la casa donde vivió, no dejando dormir bien a quien la
habita, haciéndose sentir su presencia, principalmente en las noches,
lamentándose por su honor perdido. (1)
Gracias a
la invitación de unos alumnos de comunicación de la Universidad Peruana
de Ciencias, sugerimos el lugar para realizar una investigación
nocturna en un recinto conocido por las manifestaciones paranormales.
Acompañados de Gustavo Rodríguez, nuestro investigador histórico y de
nuestro psíquico francés Alejandro Sánchez, ingresamos
al lugar con el propósito de confirmar la veracidad de estos trágicos
relatos. Cabe resaltar que nuestro compañero psíquico desconocía
totalmente la historia de la Quinta Heeren y mantuvimos hasta el final
la reserva necesaria para evitar influenciar sus percepciones.
A
continuación les presentamos la edición del video grabado aquella
noche, en el que hemos respetado rigurosamente el orden de grabación
para mostrar cómo fue nuestro recorrido y la información que Alejandro
nos fue brindando. El resultado de esta visita nos dejó sorprendidos.
(1) Extracto de la historia del blog El Lado Oscuro
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