En la mayoría de ocasiones que nos entrevistaron estudiantes de distintas universidades
se nos hizo la misma pregunta de rigor: “¿Por qué no investigan la Casa
Matusita?”. Es comprensible que un grupo que se jacte de investigar lo
paranormal despierte suspicacias el no haber ingresado a este mítico
recinto. Lo que ignoraban nuestros interlocutores era que demostrar la
existencia del más allá parecería más sencillo que conseguir la
autorización de los propietarios de la casa. Se podría decir que casi no
ha habido algún medio de comunicación que no lo haya intentado sin
obtener una respuesta negativa. No podemos negar que permanecer en su
interior debe provocar un éxtasis similar al que tendría cualquier
investigador por colocar sus pies en Amityville, Belchite o Edimburgo,
sin embargo el peso del rigor de la investigación histórica sobre la
Casa Matusita nos hacía regresar a la realidad y nuestra respuesta
siempre era “Me gustaría estar allí, a pesar que es un mito”. De poco
servía explicarles nuestra posición sin evitar las miradas de
desconcierto ante el desmoronamiento de la leyenda urbana más popular de
la ciudad de Lima.
El pasado
mes de Mayo ha sido clave para este misterioso lugar al ocupar los
principales titulares de la prensa capitalina: El proyecto de una
película que acoge sus dudosas historias bajo el ciclé “Basado en Hechos
Reales” y la entrevista a uno de sus propietarios desmintiéndolas. El
público desconcertado se pregunta aún ¿por qué recién habla ahora? ¿Se
estarán exigiendo regalías?. Vamos a concentrarnos en analizar la
veracidad de las historias ya que por capricho del destino, las aguas
empezaron a agitarse en el mismo momento que nuestro investigador
histórico Gustavo Rodríguez iniciara un ensayo personal sobre las
repercusiones de la Leyenda de la Casa Matusita en nuestra Sociedad. No
intentamos negar que este lugar pueda presentar manifestaciones
sobrenaturales como lo aseguran algunos sorprendidos testigos, como
suceden en algunos recintos solariegos de la vieja Lima, pero que éstos
se relacionen con horrendos crímenes o rituales cuasi satánicos hay un
mar de diferencia con lo que revela la investigación histórica.
No es muy claro el inicio ni los motivos sobre el origen de esta leyenda, pero a raíz de la reveladora
entrevista que realizara la periodista Rosa María Palacios a Ladislao
Thierry-tiry Andrade, propietario de la mítica Casa Matusita, algunos
aún se resisten a aceptar la desmitificación de este caso porque
consideran extraño que el segundo piso del inmueble permaneciera
abandonado por tantos años. Vale aclarar que los propietarios han
intentado anteriormente alquilarlo pero sus esfuerzos han sido en vano
por el grado de inversión que acarrearía a los inquilinos en
restaurarlo. Ellos publicaron en Junio del 2013 un aviso en la página
Casas.Trovic.com anunciando la puesta en alquiler del segundo piso en 5
mil dólares mensuales, pero es obvio que se presentaron muy pocos
interesados. También es importante mencionar que la agencia bancaria que
actualmente ocupa la primera planta tenía interés en rentar el segundo
piso, pero un estudio de factibilidad les indicó que remodelarlo era
demasiado costoso. Entonces decidieron dejarlo como estaba, con esa
apariencia espectral que sigue alimentando la imaginación de toda una
ciudad.
Los
relatos que alimentan la leyenda de la Casa Matusita son tan
apasionantes que muchos reporteros cayeron presas del sensacionalismo
renunciando a comprobar su veracidad. Esta falta de rigor periodístico
contribuyó a enquistar en el imaginario colectivo una historia
fantástica que cobró fuerza en las últimas décadas. Conforme
transcurrieron los años, los relatos fueron transformándose para
convertir a esta leyenda urbana más escalofriante. En esta oportunidad
vamos a desglosar tres de sus historias más conocidas para mostrar el
efecto de este mito.
LA HECHICERA
El primer mito dice que la primera propietaria fue una dama europea llamada Parvaneh Dervaspa,
quien llegó a Lima en 1735 y que fue acusada por la Santa Inquisición
como hechicera. Esta acusación se debió a que muchos de los vecinos de
Parvaneh aseguraban que ella tenía la habilidad, utilizando fuerzas
ocultas, de curar algunas enfermedades que en ese tiempo azotaban la
capital. La Iglesia la consideró una bruja y la apresó. Luego confesó
que su poder provenía del propio demonio y obtuvo la mayor de las
condenas que fue la muerte en la hoguera. Refieren algunos escritores de
la época que Parvaneh, mientras era quemaba viva, lanzó una maldición
(las especificaciones de la maldición son contradictorias entre varios
autores, algunos dicen que maldijo la morada donde vivía, otros dicen
que maldijo a la gente que ayudó a detenerla).
Por
donde se le mire esta historia no resiste el menor análisis. La casa
Matusita fue construída recién en 1860, 125 años después que la supuesta
hechicera llegara a Lima. Según los libros de la Santa Inquisión, la
última mujer en ser condenada a la hoguera fue María Francisca Ana de
Castro en 1736, pero no se registra a ninguna llamada Parvaneh Dervaspa.
Ver la última página del registro de actos de fé de la Santa Inquisición:
EL ASESINATO DE LA FAMILIA JAPONESA
Seiguma Kitsutani |
En
primer lugar, los primeros inmigrantes japoneses llegaron al Perú en
1899 para trabajar en las haciendas azucareras del norte. Es improbable
que en 1873 algunos de los colonos pudiera haber adquirido la propiedad.
Es posible que a mediados del siglo XX la imaginación popular fusionara
las historias e incorporara el sonado caso ocurrido en 1944 cuando toda
la familia Shimizu apareció asesinada en Breña en circunstancias aún no
esclarecidas inculpando a Mamoru Shimizu, el jefe de familia
(Medianoche del Japonés - Jorge Salazar, 1991). Pero aun así las fechas
tampoco tienen coherencia porque el padre de Lidia Andrade Fernández
propietaria del inmueble, la compró en 1925 y vivió en el lugar hasta
1947. El componente del suicidio ritual (Seppuku) que no estuvo presente
en el caso Shimizu, parece haber sido curiosamente extraído del caso de
Seiguma Kitsutani, acaudalado miembro de la colectividad japonesa quien
se suicidó en la Quinta Heeren en 1928 después de caer en la
bancarrota.
Por
otro lado, el horrendo crimen que supuestamente ocurrió en la Casa
Matusita no figura ni los archivos históricos de la Policía ni en los
tomos de HISTORIA DE LA NOTICIA, de Jorge Salazar, un detallado
compendio de crónicas policiales en el Perú. Entonces, ¿a qué se
atribuye esa leyenda de horror?
¿El componente nipón en las historias estaría relacionado a la casa por
el nombre del establecimiento comercial (Matusita) que alquiló
posteriormente el primer piso del famoso inmueble?
EL RETO DE VILCHEZ VERA
Humberto Vílchez Vera |
La
historia narrada por muchos limeños recuerda que el animador
efectivamente logró ingresar a la casa llevando consigo sólo con una
cámara de vídeo en la mano. Días después en medio de la expectativa
general, empezó a correr el rumor que el hombre de televisión salió
despavorido de la casa profiriendo insultos y gritos botando, incluso,
espuma por la boca. Al final de cuentas el animador obtuvo serias
complicaciones psicológicas por lo que fue recluido en un manicomio
durante un período de trece meses tiempo del cual nunca más se supo de
él.
Sin
embargo, la verdadera historia salió a la luz en 1991 por el mismo
Vílchez Vera en su libro “El Cazador de Fantasmas”. En la última página
confiesa: “No faltará quien jure por su madre que entró conmigo a la
casa embrujada. Cada cual es dueño de su mentira cuando pretende que
los demás le crean. Yo nunca entré a esa casa, sólo ingresó mi
imaginación”.
Esta
es parte de una serie de mitos que durante décadas envolvieron con su
manto de misterio a la famosa casa. Los escépticos prefieren la versión
de que fueron invenciones creadas durante la época de la Guerra Fría
para evitar el espionaje a la antigua embajada Estadounidense. Los
creyentes aseguran que efectivamente ocurren fenómenos paranormales en
el misterioso segundo piso, convencidos quizás por haber permanecido
desocupada durante tanto tiempo.
Sin
embargo, a pesar que sus propietarios niegan con énfasis haber
presenciado cualquier manifestación paranormal, en el 2006 un miembro de
la familia tomó una extraña fotografía que muestra un espejo con el
reflejo de Jéssica, nuera de la propietaria doña Lidia Andrade. La
imagen no tendría nada de particular si no fuera porque Jéssica no
estaba presente en la casa en ese momento.
En
los años venideros, es posible que el imaginario popular vaya
incorporando nuevos matices a los relatos de esta casa para dar origen a
versiones más modernas. De lo que no hay duda, es que por más que sus
escalofriantes historias sean desmentidas, la Leyenda de la Casa
Matusita perdurará por siempre porque pasó a formar parte de las
tradiciones populares más comentadas de nuestra vieja y querida Lima.
Fuentes:
Revista Etiqueta Negra Nº 73
Toribio Medina, José. Historia del Tribunal de la Santa Inquisición de Lima: 1569-1820.
El futuro era el Perú: Cien años o más de inmigración japonesa, Alejandro Sakuda, 1999
La medianoche del Japonés, Jorge Salazar, 1991
Entrevista a Ladislao Thierry-tiry, Radio Exitosa, Mayo 2014
Lima la Unica, blog
El Cazador de Fantasmas, Humberto Vílchez Vera,
El Cazador de Fantasmas, Humberto Vílchez Vera,
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