La casa "embrujada", como ya se la conoce en Chile, permanece bajo custodia policial desde hace varios días después de que supuestamente ocurrieran en su interior hechos que no tendrían una explicación aparente.
El caso logró repercusión nacional luego de que la policía acudiera al lugar, alertada por la familia, y uno de sus funcionarios relatara a los medios su experiencia.
"Al ingresar al domicilio pudimos percatarnos que de forma sorpresiva caían especies desde el entretecho. Igualmente cuando iba saliendo de la puerta, un cuchillo de unos 15 centímetros pasó rozándome la espalda. Gracias a Dios tenía el chaleco antibalas, por lo que no se produjo lesión. Recientemente se pudo apreciar humo. No había nadie al interior", describió el policía, Segundo Olavarría.
La familia permanece albergada en un recinto municipal, mientras teólogos y especialistas en hechos paranormales analizaban el caso en los canales de televisión.
El sacerdote Luis Felipe Izquierdo es uno de las personas que estuvo presente en uno de los ritos que tenían como propósito dar paz a los moradores de la vivienda. "Se realizaron 3 rituales, el primero; fue impactante lo que vimos, no nos doblegamos, seguimos con oración, el segundo; pasaban cosas a nuestro alrededor, nos aventaban cosas, ya en el tercer ritual todo fue más tranquilo estaba presente don Arturo y gente de la familia, ya no nos aventaban cosas", dijo el cura.
La médium Katara estuvo en el programa televisivo chileno La Mañana para dilucidar el enigmático caso de la casa embrujada de Puerto Montt y según sus conocimientos ella señaló que no podía confirmar que se trataba de magia negra pero que sí se podía observar que se trataba de un espíritu que quiere manifestarse.
"Hay muchas personas que les dejan excremento para arruinarte, enfermarte o matarte, se canaliza a través de eso", dijo la médium.
Además, señaló que cada ser humano tiene mucho poder mental y que algunos lo utilizan para hacer daño a otros. "Las malas energías se pueden pegar a los animales, las cosas o a los niños por eso hay que purificar", indicó.
Puerto Montt, Tierra de Hechiceros
Según las informaciones que hemos recopilado en nuestra investigación histórica, se dice que la comuna de Puerto Montt que es el nexo principal del archipiélago de Chiloé, tendría un pasado relacionado con la hechicería, una práctica que al parecer se mantiene a través de los siglos.
La Cueva de los Brujos
Dicen que en las noches, los brujos vuelan en Chiloé vestidos con un macuño chaleco elaborado de piel de difunto. También afirman que esta vestimenta se utiliza a manera de farol para surcar por los aires e ir a sus reuniones nocturnas o aquelarres, donde invocan al “maligno”. Estas increíbles historias de Chiloé son parte de la cultura popular del archipiélago, ubicado a unos mil kilómetros al sur de Santiago.
Con paisajes tan mágicos como sus leyendas, en Chiloé las historias de brujerías se centran en la cueva de Quicaví. A ese lugar de la comuna de Quemchi, se accede por una pequeña senda rodeada de matorrales y árboles que disimulan su entrada rodeada de musgos.
Cueva Quicaví
El investigador de mitos y leyendas chilenos Oreste Plath, relata en sus estudios que el palacio de la brujería de esta isla se encuentra en la cueva de Quicaví, donde se celebran grandes reuniones de hechiceros. Añade que el sitio tiene cuidadores o porteros “los invunches”, unos seres deformes que conocen a “los dignatarios y magnates del reino infernal”.
Quicaví es tranquilo, caracterizado por sus casas de madera y techos de tejuela de alerce. Situado frente a las islas Chauques se puede llegar a esta zona por el hermoso camino de la costa este, de Chiloé. Los viajeros pueden visitar localidades tan maravillosas como Quemchi, Aucar (donde está la isla de las almas), y Colo. Algunos lugareños afirman que en este último sitio está el verdadero lugar de encuentro de los brujos.
Las iglesias de Quicaví y Colo
En oposición a las prácticas de hechicería, Chiloé vivió un intenso proceso de evangelización, a contar del siglo XVII. Ello se evidencia, en la edificación de iglesias en todo ese territorio insular por sacerdotes jesuitas y franciscanos.
Un símbolo especial representan las iglesias de Quicaví y San Antonio de Colo que testimonian el trabajo de apostolado de decenas de religiosos, en una zona llena de misterios que aún no terminamos de conocer.
El juicio que condenó a la poderosa sociedad de brujos de Chiloé
Suelen ser confundidas, pero ambas sociedades, estrictamente relacionadas entre sí, apuntaban a lo mismo. Tanto la ‘Recta Provincia’ como la ‘Mayoría’ son nombres dados a agrupaciones que en Chiloé se dedicaron a la impartición de una irregular justicia popular y también, según se acusó, a la brujería.
Tras la llegada de los españoles a la isla grande, el sincretismo católico colonial permeado por las tradiciones autóctonas fue desarrollando una serie de creencias entre los habitantes insulares, algunos de los cuales, incluso, pasaron de la superstición a la asociación sectaria, manifestada en los dos grupos mencionados.
Estos apartados de la masa fueron sinónimo de hechizos, autoritarismo y muerte a fines del siglo XIX, lo que les llevó a ganarse un respeto mucho más cercano al miedo que a la reverencia entre los chilotes. Hasta nuestros días, su leyenda es ampliamente conocida en el sur del país.
La ‘Mayoría’, se dice, fue un juzgado de brujos autodefinido como tribunal de la raza indígena. Una suerte de organismo destinado a “dictaminar sobre la suerte que correrán los ofensores de sus leyes, ya sean éstos adeptos o profanos”, explica el Diccionario de la Brujería en Chiloé del investigador Manuel Romo Sánchez, director de la revista digital Archivo Masónico.
En tanto, la ‘Recta Provincia’ (nombre esparcido en literatura y otras expresiones), en base al mismo codificador anterior, fue una asociación secreta, compuesta en su generalidad de indígenas, y que tenía por objeto castigar a los que hacían mal, generalmente con la muerte, aunque también con el exilio.
Para hacer efectivas las penas tenían cabildos o corporaciones, los que autónomamente nombraban a sus jefes con el nombre de ‘reparadores’. Ellos se supeditaban a las directrices de un rey de la ‘Recta Provincia’, regulador de la administración de los distintos territorios.
“Tienen además sus curanderos para aplicar remedios a alguna persona enferma y cobrar sus derechos por la curación. Esto es lo más inhumano y terrible de esta sociedad de hechiceros. Se valen de venenos que es la medicina más común para castigar a los que se muestran rebeldes a obedecer o pertenecer a la brujería, o para efectuar una venganza que cualquiera solicita, con tal que le den alguna recompensa en dinero. Hacen creer también a los ignorantes que los que pertenecen a la sociedad pueden transformarse en seres irracionales que les pueden hacer muchos males a los que se resistan a obedecer a sus jefes”, agrega el diccionario.
En suma, una compleja organización que fue parcialmente desmantelada durante el famoso ‘Juicio a los brujos de Chiloé’.
Inquisiciones
Inquisiciones
Cuando los españoles llegaron a Chiloé, los pueblos originarios que habitaban el Archipiélago adoptaron el catolicismo, pero nunca dejaron completamente de lado sus ritos, aunque muchos mantuvieron en secreto sus conocimientos sobre el uso de las plantas medicinales por miedo a ser acusados de brujería. La comprensión de la salud y de la enfermedad, en la isla, estaban determinadas por raíces y saberes ancestrales que cuestionaba el poder –simbólico y real– de los conquistadores. La ignorancia y la intolerancia religiosa se convirtieron en condena: todas esas prácticas ahora eran obra del demonio. En abril de 1880, la intendencia de Ancud (hoy la segunda ciudad más importante de Chiloé), a cargo de Luis Martiniano Rodríguez, emitió una circular ordenando el arresto de todos los individuos reputados como “hechiceros o brujos”: las cárceles se llenaron velozmente, y comenzó un largo proceso judicial conocido hasta hoy como “el proceso a los brujos de Chiloé”.
“Existe en Chiloé, desde época muy remota, una asociación de brujos llamada por los habitantes del Archipiélago ‘Médicos de la tierra’, y entre ellas es titulada con el nombre de ‘La Recta Provincia’”, describió entonces Ramón Espech, un hombre que se había dedicado a los más diversos cargos públicos y actividades en Chile, y que sacó copias de las declaraciones más importantes del proceso para enviarlas a Benjamín Vicuña Mackenna, político e historiador chileno. “Esta institución llegó a hacerse temible no sólo para los indígenas, que fue entre los que tuvo origen, sino también para la gente ilustrada y hasta para las autoridades. Adquirió tal poder que un brujo era entre los chilotes más respetado que los gobernadores y hasta que los curas mismos. Cuando a un cura se lo interpelaba sobre la existencia y poder de los brujos, contestaba con cierta sonrisa de duda: ‘no hay brujos; pero cuidarse de ellos’”.
HECHICEROS CASTIGADOS POR LA JUSTICIA
En 1880, el gobernador (considerado a su vez intendente) Martiniano Rodríguez decidió enjuiciar a esta sociedad mística establecida en Chiloé luego de la recopilación de una serie de testimonios que daban cuenta de las fechorías y la sumisión que causaban entre sus pares.
Ramón Espech, cronista y funcionario de gobierno en aquellos años de juicio -citado en una investigación relativa al caso publicada por la Dibam-, escribió en torno al curso de la acción punitiva que Martiniano Rodríguez ordenó una redada de los individuos calificados como miembros de las sectas, entre ellos machis y curanderos, principales sospechosos.
“Impartió a las autoridades subalternas del archipiélago la orden de que en un día dado hiciesen una recogida de todos los brujos y se los remitiesen a Ancud, con todos sus trebejos, yerbas, que debían servir de cuerpo del delito. Llegados que fueron se encerró con ellos y, uno a uno, fueron convencidos breve y sumariamente de la impotencia de su institución”, reza la reproducción.
Así, en el curso de las investigaciones judiciales, se logró establecer o confirmar lo que se presumía. Estos ‘hechiceros’ habían creado una organización que denominaban ‘Recta Provincia’, cuyos objetivos y extensión fueron expuestos en el proceso respectivo, que resolvió, literalmente:
CIRCULAR N° 294:
Ancud, Abril 7 de 1880.
Con esta fecha he decretado lo que sigue:
1° Considerando que es una práctica constante en la provincia la deserción de los habitantes de ella que son llamados al
servicio militar;
2° que a este delito contribuyen diariamente los muchos que se prestan para fomentarlo, ocultando a los desertores;
3° que en esta misma falta se está incurriendo respecto de los machis i brujos a quienes persigue la autoridad;
4° que es indispensable poner término a estos abusos que relajan seriamente la administración pública;
Decreto:
1° Toda autoridad administrativa de la provincia cuidará de aprender (sic) y remitir a disposición del Intendente a los
desertores de la compañía llamada al servicio activo.
2° A los machis, brujos o hechiceros con el carácter de tales.
3° A los individuos que oculten a unos u otros, o los acepten en sus casas sin dar parte a la autoridad. Todos estos deben
ser preferidos para el servicio.
Anótese y transcríbase.
Al transcribir a U. el presente decreto, le recomiendo mui encarecidamente que haga lo posible porque sea conocido por todos sus subordinados.
Luis M. Rodríguez. (En «El Liberal» N° 75, Ancud, 9 de Abril de 1880).
Tras el juicio, que se hizo bajo el cargo de asociación ilícita, la poderosa organización de brujos se desarticuló y cayó poco a poco en el olvido, reseña el portal Memoria Chilena.
Sin embargo, con el tiempo, el imaginario popular tejería una serie de mitos y leyendas relacionadas con la brujería, las cuales aún sobreviven y se encuentran profundamente arraigadas en la cultura de Chiloé y sus alrededores, donde todavía, más de alguno, aún cree en el señorío de la ‘Mayoría’ y la ‘Recta Provincia’.
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